Jesús (2)

Desde el comienzo de su ministerio público, Jesucristo actuó en comunión con el Espíritu. “Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Y luego el Espíritu le impulsó al desierto” Marcos 1:12-13   Cuando Jesús fue bautizado por Juan Bautista en las aguas del río Jordán, no comenzó de inmediata su misión de predicar el evangelio y anunciar la llegada del reino. Algo muy significativo ocurrió a Jesús. “Luego el Espíritu le impulsó al desierto” (Marcos 1:12). El Espíritu recién llegado sobre Jesús para guiar, socorrer, y acompañarle, le “impulsó al desierto.” Esto ocurrió inmediatamente después de la declaración del Padre: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Marcos 1:11). Desde el principio de su ministerio público, Jesucristo actuó en comunión con el Espíritu. Él lo llevó al desierto con un propósito: permitir una prueba especial que tuvo como fin dejar bien en claro que Jesús, el nacido de María en Belén, criado en Nazaret, y hecho carpintero al lado de José, no fue un ser humano cualquiera. Era Dios mismo en forma humana que había venido con el propósito de redimir al pecador. Había venido para quitar el pecado del mundo. Había venido para vencer al que tenía el imperio de la muerte. Había venido para ser nuestro Salvador. Su venida fue para la bendición de...

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