El mensaje de Cristo a la Iglesia de Esmirna (1° parte)
Apocalipsis 2:8-11 Si a Éfeso la llamamos como la iglesia “que perdió su amor”, a Esmirna podemos considerarla como la iglesia “sufriente”. El Señor Jesús utiliza dos palabras para describir la situación de esta asamblea: “tribulación” y “pobreza” (versículo 9), lo que nos habla de las circunstancias en las cuales estos creyentes se encontraban. Todo parece indicar que en medio de una ciudad rica y acaudalada, con una pujante y prospera economía, los creyentes de Esmirna enfrentaban una situación de pobreza material, estrecha y humillante y en donde la más probable causa era la discriminación que sufrían debido al testimonio del evangelio y de Cristo. Sin embargo su pobreza material contrastaba con las enormes riquezas que tenían en el Señor, quien les recuerda que a pesar de todos, eran ricos. ¡Oh, qué riquezas inigualables tenemos los creyentes en nuestro Salvador, en quien “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”! (Colosenses 2:3) Los creyentes somos infinitamente ricos en Él, y no hay riqueza en este mundo que se compare con la herencia que tenemos en nuestro Señor. Pensemos en Lázaro (Lucas 16) quien a pesar de vivir en la extrema pobreza (el relato nos dice que era un mendigo que comía de las migajas que caían de la mesa del hombre exitoso y cómodo), era infinitamente rico pues tenía al Señor, y cuando murió ángeles vinieron...
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