Seis tinajas en el Evangelio según Juan — la mujer adúltera

Juan 7 termina con una división: cada uno se fue a su casa, pero Jesús se fue al monte de los Olivos. Por la mañana volvió a los atrios del templo. Veamos lo que ocurrió aquí. Los fariseos le presentaron una mujer que había sido sorprendida en el acto del adulterio, para que pronunciara juicio contra ella. Pensaban contar con una trampa que desprestigiaría de un todo al Maestro. Él tendría que reconocer la terrible pena que la ley de Moisés exigía, o declararse a sí mismo un hereje. “En la ley Moisés nos mandó apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Jesús no respondió. El Obediente estaba cumpliendo Eclesiastés 3:7: “Tiempo de callar, y tiempo de hablar”. Pero se inclinó, como si no hubiera escuchado, y con su dedo escribió en tierra. Ellos persistían, pensando sin duda que le habían arrinconado y contentos en la anticipación de su derrota. Pero Él se enderezó y les dijo: “El que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Dicho esto, volvió a inclinarse y escribir. Isaías 9:6 habla de dos veces en que el Hijo de Dios se inclina, o se rebaja: el Niño que nos es nacido y el Hijo que nos es dado. Se abatió — “se inclinó”— al nacer cual niño en Belén y ser envuelto en pañales. “Se inclinó” de nuevo en...

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