Mes: Enero 2016

EL DON INEFABLE

Muchas personas han tenido la experiencia de ver algo que les deja impresionadas. Pero cuando tratan de describirla, no hallan las palabras adecuadas para explicársela a otros. Solamente pueden decir, es inexplicable, es decir, inefable.     “¡Gracias a Dios por su don inefable!” 2 Corintios 9:15   Cada cristiano reconoce que diariamente recibe múltiples bendiciones de parte de Dios. “Bendito el Señor; CADA DÍA nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación. Selah” Salmo 68:19. Ningún día pasa en la vida del hijo de Dios sin que tenga motivo para estar agradecido y adorar al Padre en el Nombre del Señor Jesús. Hay hermanos y hermanas que cuando termina el día agradecen al Señor por las variadas bendiciones recibidas. Sin embargo, el texto de cabecera llama una de estas bendiciones, “inefable”. Algo “inefable” o indecible es lo que no se puede explicar con palabras.   ¿Cuál es este “don” que no se puede describir? Obviamente es más allá de nuestra capacidad de comprenderlo cabalmente. Al tratar de contemplarlo, surge una admiración sobrecogedora. Reconocemos nuestra incapacidad de proferir palabras de adoración dignas de la persona del Señor Jesús. Jesucristo es nuestro Salvador y Redentor; es nuestra Esperanza “la cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” Hebreos 6:19. Pedro dice lo mismo de esta manera, “a quien amáis sin haberle...

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YO CONFIO EN DIOS

En momentos de gran aflicción y peligro muchas veces nos dirigimos a Dios buscando aliento. Por medio de un texto bíblico un sentir de tranquilidad espiritual nos consuela y nos calmamos. Pablo tuvo una palabra del Señor y se la transmitió a 276 personas.   “Yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.” Hechos 27:25   Pablo el apóstol había sido arrestado y llevado a Cesarea para ser juzgado. Los judíos insistían en que fuera llevado de vuelta a Jerusalén. Ellos querían matarle en el camino, pero en el juicio ante Festo el gobernador, Pablo apeló a César. No hubo alternativa para el gobernador. Tuvo que enviarle a Roma a cargo de un centurión, un viaje de muchos kilómetros y de varios meses en barco. En el muelle del puerto de Sidón se despidió de un grupo de hermanos, antes de embarcarse, favor concedido por el centurión Julio. Lucas escribió que el militar trató “humanamente a Pablo” Hechos 27:3. Si un hombre del mundo supo actuar de esta manera, el cristiano, motivado por el Espíritu Santo, debe ser capaz de una conducta aún más noble en sus tratos con otros.   Pablo fue acompañado de Aristarco y Lucas (v.2). Seguramente fue por su amor cristiano para con su hermano que había sufrido dos años de prisión. Los dos cumplían con lo que Hebreos 13:3 dice:...

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SEGUIR HACIENDO BIEN

Jesús dijo lo “que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” Mateo 7:12. Hacer bien a todos es considerado la regla del oro. Una ley californiana no fue aplicada así em 2008 y una mujer buena e inocente sufrió por hacer una bondad. Afortunadamente la ley fue cambiada al año siguiente.   “Así que, según tengamos oportunidad, HAGAMOS BIEN A TODOS, y mayormente a los de la familia de la fe.” Gálatas 6:10.   Pedro el apóstol respondió a la llamada de Cornelio para que fuera a predicarle el evangelio. Al comenzar su discurso, Pedro destacó que Jesús de Nazaret fue ungido con el “Espíritu Santo y con poder” Hechos 10:38. A renglón seguido dijo que “éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Además del texto de cabecera que nos insta a hacer bien, en la carta a los Hebreos dice: “de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” Hebreos 13:16. Hacer bien a otros es considerado un sacrificio que se puede dar a Dios y de esto Dios está agradado. Hay una solemne advertencia a los que no se preocupan de este aspecto de la vida cristiana pues “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”...

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LOS OJOS DE JEHOVÁ

El desinterés en el evangelio cunde. Antaño, ante nuestros esfuerzos por predicar el evangelio, había personas que asistían a las reuniones por lo menos para saber algo de la Biblia. El escenario ha cambiado en el mundo pero Dios no ha abdicado su trono. Está donde siempre ha estado y continúa contemplando a los seres humanos.   “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.” Salmo 11:4.   Durante una campaña evangelística, nos instalamos frente al local evangélico para repartir invitaciones y folletos usando una mesa con diferentes tipos de literatura. Por muchos años algunos de nosotros hemos usado algún método para acercarnos a nuestros prójimos para pasarles un tratado e invitarles a acompañarnos en nuestras reuniones. Antaño, la cordialidad y las buenas costumbres prevalecían, aún cuando las personas no tenían interés. Se excusaron con amabilidad. Pero la sociedad ha perdido mucha urbanidad y gentileza. Muchos de los que pasaban en la vereda eran jóvenes con sus oídos tapados con un audífono. En algunos casos, nos trataron como intrusos a su mundo y no tuvieron tiempo de considerar lo que ofrecíamos. Hacía innecesario explicar el contenido de la invitación pues tocábamos himnos, y el lugar de reunión estaba abierto con un diagrama a la vista con lectura bíblica. Sin embargo, algunos reaccionaron...

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EL PERDÓN

Una gran necesidad en la sociedad es saber perdonar. Todos hemos sido perdonados alguna vez y esto impone la obligación de perdonar a otros. El perdón divino es nuestro ejemplo.   “Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” Salmo 103:12.   Uno de los mayores problemas en el mundo moderno es la incapacidad del hombre a perdonar. En vez de querer perdonar, muchos prefieren vengarse. En muchos niveles de la sociedad, hay una actitud común, no hay disposición de perdonar. Se ve entre parejas casadas, e hijos para con sus padres. Se nota en el mundo político, empresarial, y religioso. Pedro el apóstol buscó una excusa para no perdonar a alguien por faltas reiteradas. Quiso poner límite a las veces que perdonaba. “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Mateo 18:21 La respuesta del Señor dejó en claro que no debe haber límite. “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” v.22. Si siete es el número de algo completo, El Señor le dio a entender que multiplicado por setenta veces no llegaba a agotar la paciencia requerida.   Todos hemos hecho cosas en la vida que si pudiéramos volver atrás, no repetiríamos los mismos errores. Nos gustaría recoger la palabra mal dicha, los comentarios que dejaron a alguien herido, y...

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