Mes: Abril 2016

La belleza de un creyente anciano (II)

“Honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová” Levítico 19:32 Los ancianos y ancianas –hablamos de hermanos entrados en años– deben ser respetados en la iglesia. Su presencia enriquece y su testimonio estimula. Hay ancianos notables en la Biblia. Ahí está el caso de Simeón, “hombre justo y piadoso” (Lucas 2:25), de Ana, que “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones” (Lucas 2:37), Juan apóstol que “estaba en el Espíritu en el día del Señor” (Apocalipsis 1:10). En el antiguo testamento hay también personajes que cuando llegaron a la vejez aun pudieron ser de bendición. Jacob, muy anciano, confiesa en su lecho de muerte: “Tu salvación esperé, oh Jehová” (Salmo 49:18). Otro ejemplo a considerar es Barzilai, que nos deja un gran ejemplo de sabiduría, legado y ayuda a jóvenes que vienen después de él. Su historia está en 2do Samuel 19. El anciano Barzilai había sido fiel al rey David en la prueba y este le quiere devolver su favor. Le invita a Jerusalén a su palacio y le ofrece habitación y sustento (2do Samuel 19:31-40), pero Barzilai reconoce que está anciano y poco tiene para disfrutar de la realeza. No obstante –y aquí esta el punto– Barzilai concede a un siervo suyo llamado Quimam, a quien tiene presente y de quien no sabemos más,...

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La belleza de un creyente anciano (I)

“No me deseches en el tiempo de la vejez” Salmo 71:9 Quienes llevamos algunos años asistiendo a una congregación tenemos en nuestra memoria el recuerdo y la imagen de muchos hermanos y hermanas. Algunos de ellos fueron predicadores o maestros y maestras de escuela dominical, otros no. Algunos ya no están pues han partido a la presencia del Señor y otros aún asisten, pese a sus enfermedades y edad. Son hermanos y hermanas que cuando hablan lo hacen de lo que saben y no de lo que leyeron. Tal vez leyeron hace años, pero ahora esas lecciones aprendidas son sólidas y ya forman parte de su propia experiencia. Su sabiduría se ha incrementado y el discernimiento espiritual no les ha abandonado, aunque la memoria y agilidad mental tal vez no es la misma de antes. Dice el texto del salmista: “El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.   Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia”   — Salmo 92:12-15   Ellos han florecido con robustez, como árboles plantados en comunión con su Dios. Siempre tendrán algo que entregar y ofrecer a la congregación, su energía espiritual no decae. Una palabra aquí, una exhortación allá. Fructíferos,...

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La muerte de los rectos (II)

“Muera yo la muerte de los rectos” Números 23:10 La Biblia nos advierte acerca de quienes quieren vivir a su manera, con apego a las cosas materiales, mas pretenden disfrutar las bendiciones de Dios al final. Ayer veíamos acerca de Balaam, un hombre que procuró actuar a su manera y al mismo tiempo ser bendecido por Dios. En su vida, sin embargo, demostró que amaba demasiado las cosas materiales y no dudó en intentar maldecir al pueblo de Dios. ¿Qué movía a este hombre, que conocía cosas acerca de Dios? El amor al dinero, al prestigio y al poder. Hay quienes en el día de hoy viven de la misma manera.  Pretenden conocer a Dios y pretenden obedecerle pero en su vida hay lugar, primeramente, para las cosas de este mundo. Este estilo de vida es denunciado en la Biblia, que le llama “el camino de Balaam” (2 Pedro 2:15) y no termina bien. Termina todo lo contrario a las expresiones de buenas intenciones que este profeta falso hizo. Dios le hace , sin embargo, anunciar lo que será su verdadero destino. Refiriéndose a quien llama la “estrella de Jacob”, que se refiere al Señor Jesucristo, Balaam profetiza: “Lo veré, mas no ahora. Lo miraré, mas no de cerca” (Números 24:17). Así será con los que aspiran a conocer al Señor Jesús pero no son salvos. Le han de...

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La muerte de los rectos (I)

“Muera yo la muerte de los rectos” Números 23:10 Este es un gran deseo. Balaam, el hombre que lo enunció, conocía acerca del Dios verdadero. Esto lo leemos entre los capítulos 22-25 del libro de Números, en el antiguo testamento. El sabía acerca de su poder y de su forma de actuar, siempre justa, santa y recta. Dios no era una idea extraña para Balaam, sino una persona real. El punto es que Balaam conocía acerca de Dios pero no conocía verdaderamente a Dios. Muchos el día de hoy saben cosas acerca de Dios, pero a él no le conocen. Balaam pudo vislumbrar que el desenlace de “los rectos” –o “los justos”– es en paz, y constituye el umbral hacia una vida mejor, la consolidación de la vida eterna, en comunión con Dios y gozando de sus bendiciones. Hay, sin embargo, una pequeña trampa en la declaración de buenas intenciones de este hombre. Quiere vivir la muerte del justo, pero sin vivir la vida de los justos y eso no es posible. Es que no se puede calcular el obtener las bendiciones al final de la vida, después de vivirla voluntariamente lejos de Dios. En su gracia, a veces Dios permite y concede la salvación a un pecador mostrándole su misericordia momentos antes de partir. El caso del ladrón que se convierte en la cruz al lado del Señor...

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Jesús llevó el pecado del mundo

El pecado ha hecho estragos en la humanidad. Por todo el mundo se ve su estela de dolor y destrucción. Pleitos, enemistades, guerras, violencia, engaños. Es un estado de muerte espiritual que pese a las buenas intenciones del ser humano, está presente en todo orden y lugar arruinándolo todo. La Biblia lo denuncia y la experiencia humana lo confirma día a día. Al mirar el día a día en el mundo no se ve más que las consecuencias nefastas del pecado. Ciertamente, no hay una expectativa favorable para el devenir de la humanidad a la luz de lo que ocurre. Jesús declara que el pecado tiene su fuente en el corazón humano (Mateo 15:19). Históricamente el pecado del hombre comenzó con la duda en cuanto a la justicia y propósito del mandamiento de Dios dado a Adán y Eva en Edén: “Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Adán murió espiritualmente el día en que desobedeció a Dios (Génesis 2:17). A partir de entonces, toda la humanidad nace en la misma condición de tragedia espiritual (Romanos 5:12-14, 17, 21). Todos los que descienden de Adán no solamente han de morir físicamente sino que se encuentran ya en un estado de separación de Dios (2 Corintios 5:14). La muerte no es sólo un hecho,...

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