Con forma de hombre (II)
“No estimó el ser igual a Dios” Filipenses 2:6 Ayer estudiábamos brevemente acerca de un hecho que constatamos muchas veces en la Biblia cuando ésta expresa, con relación a Dios, actos o reacciones que son propias de la naturaleza humana. Es una expresión metafórica donde los atributos de los humanos se le confieren a Dios con el fin de entenderlo. Por ejemplo, podemos leer en el Génesis “Jehová descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres” (Génesis 11:5). No es que Dios necesitara viajar desde el cielo para darse cuenta de lo que ocurría en la tierra. Más bien es un recurso que Dios emplea para acercarse a nosotros de tal manera que le podamos comprender sin ninguna confusión o duda respecto de qué es lo que quiere decir o lo que ordena en su palabra, para que notemos su afán en buscarnos y rescatarnos. Pero a la luz de la escritura vemos que el antropomorfismo es llevado a su máxima expresión en el hecho de que el Dios eterno se hace hombre y nace como tal: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre” (Lucas 2:7, ver también 1 Timoteo 3:16). No es un disfraz ni un maquillaje. Es Dios encarnado, manifestado en carne, glorioso como Dios, todopoderoso y...
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