Los días por venir nos invitan a comprobar la eficacia de la vida cristiana para disfrutar de la felicidad. ¿Qué significa?
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría” Salmos 90:12
Terminadas las festividades del primero de enero, parece que debemos pensar y reflexionar sobre el año por venir. Nos gusta pensar que el nuevo año ofrecerá oportunidades para encontrar el derrotero feliz. Muchos han dicho FELIZ AÑO NUEVO. ¿Qué es lo que querían decir? ¿En qué consiste la meta de la felicidad? De hecho… ¿qué es la felicidad? Para algunos la felicidad es la ausencia de desvelos, es tener tranquilidad, es sentir un bienestar general en su vida. Para otros la felicidad es obtener satisfacciones fáciles que a la postre sólo son espejismos y no son realidades. Para otros, sus esfuerzos se dirigen en procurar un rápido enriquecimiento, sin apercibirse de cuántos conflictos morales están involucrados en esa exagerada búsqueda del oro. Cada uno estará construyendo el castillo de su felicidad con elementos de humana factura y por eso mismo tendrá efímera estabilidad.
La verdadera felicidad viene de Dios quien quiere poner en el corazón de cada uno su paz, su tranquilidad, su felicidad. Una vez el Señor Jesús fue a encontrar a los discípulos en alta mar y al ver su forma acercándose, se amedrentaron pensando que veían un fantasma. Se sosegaron luego de oír las palabras apacibles de su boca, “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Mateo 14:27. En otra oportunidad, Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy” Juan 14:27. Ahí está la clave para que el ser humano pueda gustar la verdadera felicidad. Por lo que vemos a nuestro alrededor, parece que la vasta mayoría se halla lejos de tal disfrute. No basta decir a nuestros amigos: “Feliz año nuevo”, como si las palabras tuvieran una fuerza mágica para producir tal estado. La felicidad verdadera nunca es el resultado de las circunstancias exteriores, sino el fruto de un estado espiritual interior. Sólo Dios puede producir estado espiritual ideal. Ya que Dios es la fuente de la felicidad, jamás el ser humano la alcanzará si no da el lugar principal de su vida a Él. Dios es el autor de todo bien, incluso el bien de la paz y la felicidad. ¿Puede ser encontrada en otro lugar fuera de él? Es necesario permitir que Dios, en quien reside el bien, la paz y la felicidad, se compenetre en nuestras vidas. Es por medio del poder transformador de Cristo que la felicidad llega.
Los días por venir nos invitan a comprobar la eficacia de esta fórmula cristiana para disfrutar de la felicidad. Vivir en comunión con Dios, y depender del Señor Jesús para guiarnos. Esto traerá bendición. Permitiendo a Cristo entrar en tu vida, serás feliz de verdad. Es el resultado de un acto voluntario de tu parte. Comienza creyendo en el sacrificio hecho por Cristo en la cruz, y luego la Biblia dice: “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,.” Romanos 5:1. Entrega el mando de tu vida a Él, y verás como Él sabe guiarte a toda felicidad. Se presenta hoy la oportunidad de elegir. Hagamos nuestro el ruego del salmista tuvo que enfrentar las alternativas de un año nuevo. Digamos con él: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría” Salmos 90:12. La verdadera felicidad que se encuentra en Cristo Jesús.
–daj
Lectura Diaria: | ||
Génesis 2:4-25 [leer]
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/Job 2:11-3:26 [leer]
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/Mateo 2:1-23 [leer]
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