Hay lecciones para aprender cuando estamos en calma o cuando estamos pasando por una tempestad. La lección principal es que el Señor Jesús siempre tiene palabras de consuelo.

“Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Mateo 14:26-27

 

Los discípulos del Señor Jesús se encontraron en una gran tempestad. Vale la pena leer y comparar los relatos de Mateo 14, Marcos 6 y Juan 6. Pedro aprendió una lección y su fe fue fortalecida. Su experiencia es tan humana como práctica. Su andar de fe estaba lleno de fallas humanas pues el andar en fe no es fácil. Tenemos siempre la tendencia de mirar a las olas y al hacerlo, podemos sentirnos sobrepasados por las dificultades. El Señor sabe esto y acude pronto en rescatarnos. Vemos también que los discípulos sufrían de un temor sin fundamento. El “fantasma” que les hizo dar voces de miedo (Mateo 14:26) resultó ser el mismo Señor, el “Yo soy” (Juan 6:20). ¿Es posible que uno pudiera sufrir hoy mismo por temor a un “fantasma” que podría ser Dios obrando en las tempestades?

En el libro de los Hechos capítulo 27, el apóstol Pablo se encontró en una tempestad pero por culpa de otras personas, y sin tener responsabilidad propia por la situación atemorizante. Le sirvió para que diera testimonio a los viajeros y a los marineros, testificando “esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quién soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas… he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo” vv.23-24. La tempestad sirvió como motivo para hablar de Dios y su protección. Las tempestades pueden llegar por nuestro propio mal proceder como en el caso de Jonás, o pueden venir por la desobediencia de otros o pueden llegar sin la intervención de nadie. En todo, el creyente puede estar confiado que el Señor lo permitió y aun más, que Él está por sobre las tempestades.

La confianza del creyente debe estar en que Dios hará terminar la tempestad en el debido tiempo cuando haya cumplido el propósito que tenía en mente cuando lo permitió. Esto debe aliviarnos de ansiedad y temor a causa de las tempestades en nuestras vidas. Debería preservarnos de lamentar lo que podría parecer una pérdida de bienestar en la tempestad. Podemos orar en medio de la tempestad, pues él escucha los clamores dirigidos a él en la angustia (v.28). Como dice el himno, // No juzguéis por los sentidos los designios del Señor, // Si parece que las pruebas contradicen su amor: // Descansad en sus promesas, en su gracia confiad; // Estas sombras son el manto con que envuelve su bondad. // !” (Himnos y Cánticos No. 462).

Hay lecciones para aprender cuando estamos en calma o cuando estamos pasando por una tempestad. La lección principal es que el Señor Jesús siempre tiene palabras de consuelo: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Mateo 14:27. Revista Counsel/Tr. MR daj

 

Lectura Diaria:
Génesis 19:1-38 [leer]
/Job 22:1-30 [leer]
/Mateo 10:24-11:1 [leer]