Con buen criterio, se resuelven las prioridades de la vida, y uno actúa de tal manera que tiene la aprobación de Dios.
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más… para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo” Filipenses 1:9-10.
Cuando Pablo escribió a los Filipenses, se acordaba de ellos y dio gracias a Dios. Pudo orar con gozo debido a la forma en que ellos habían respondido a la enseñanza recibida y demostraban que eran cristianos maduros. Agradeció su “comunión en el evangelio desde el primer día hasta ahora” Filipenses 1:5. Pablo está agradecido por el apoyo de la iglesia, no solamente en sus oraciones, y en su preocupación personal por él, sino también por su ayuda monetaria. Demostraron solidaridad con su hermano en su labor, aunque estaba encarcelado. Esto le llevó a declarar que estaba “persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” v.6.
Pablo reconoció que el evidente crecimiento espiritual visto en los Filipenses fue por “la buena obra” de Dios comenzada con su conversión y que seguiría “hasta el día de Jesucristo” v.7, es decir, hasta la venida de Cristo. Declaró su amor para con los hermanos en Filipos llamando a Dios como testigo; “os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo” v.8. Luego les informó de tres peticiones que mencionaba en sus oraciones a favor de ellos, v.9. Las tres peticiones eran: 1. “que vuestro amor abunde aun más y más”; 2. “que aprobéis lo mejor” y con ello, 3. “que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”. El amor ya abundaba entre los Filipenses y Pablo quiso que abundara aun más, a fin de aplicarlo con inteligencia. Es bueno tener amor, pero con conocimiento preciso, percibiendo dónde dirigirlo y discerniendo cómo aplicarlo. Con el amor como motivo, pidió que supieran aprobar lo mejor, es decir, entre todas las opciones, escoger la mejor.
Así con buen criterio, se resuelven las prioridades de la vida, y uno actúa de tal manera que tiene la aprobación de Dios. Esta es la clave para ser sinceros e irreprensibles en vista de la venida de Cristo y cuando el discípulo esté ante el Tribunal de Cristo. El creyente busca tener una vida libre de censura. El resultado inmediato es estar lleno de “frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” v.11. De la gracia de Dios se deriva la capacidad para producir fruto aceptable ante Dios. Considere las tres peticiones como si fueran hechas por Pablo para la vida suya. –daj