Dispensacionalismo (XXI): El Gran Trono Blanco
Prosiguiendo con su relato de las visiones que presenció, Juan nos introduce a una visión aterradora: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos” Apocalipsis 20:11 En el capítulo 4 de Apocalipsis Juan es llevado al cielo y lo primero que ve es un trono y un arcoíris, que recuerda la divina promesa de clemencia y misericordia. En medio de ese trono hay… un cordero. ¡Qué extraño! Es un cordero muy particular, pues está como sacrificado (“inmolado”) pero aun así está en pie, y está en un trono, vivo, y delante de quien los salvos cantan. Mucho después en el capítulo 20 ya no hay arcoíris, no hay misericordia, ni canto, ni alabanza, ni redimidos. Se ve al juez, y algo de su aspecto se describe en Apocalipsis 1:16: “Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”. Luminoso, irresistible. Los cielos y la tierra huyen, como preparando el escenario para el momento en que la criatura se encuentra con su creador, finalmente. Dice Pedro el apóstol: “Los cielos pasarán con grande estruendo” (2 Pedro 3:10). Dijo el mismo Señor: “Los cielos y la tierra pasarán…” y lo único que queda, lo único que permanecerá es lo que Dios ofrece, su Palabra: “pero mis palabras...
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