La permanencia de la ley

“Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” Mateo 5:18 La ley de Dios, su palabra, está por encima de toda revelación humana, es preeminente. También el Señor Jesús nos enseña que perdura en el tiempo, no queda obsoleta, no pasa de moda no se desactualiza. Luego, además de preeminente, la ley es permanente, y por lo tanto tiene mucho que enseñarnos y demandarnos en todo tiempo, en todas las épocas. A diferencia de los tratados y disposiciones legales humanas que cada cierto tiempo necesitan revisiones, enmiendas y rectificaciones, la ley de Dios es un absoluto inmutable. Lo que los judíos hacían era sustituir la ley de Dios por tradiciones inventadas, humanas. Jesús comenzó a cumplir la verdadera ley y será toda cumplida en todo sentido en segunda venida según el mismo lo señala. Esa es la visión de Cristo de la escritura: perenne, permanente, vigente y también debiera ser la nuestra. Pero lo que Jesús afirma en este versículo es notable: primero, el cielo y la tierra han de pasar, es un hecho, es cosa de tiempo. Dice el salmista: “Desde el principio tú fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura...

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