¿Qué haría el Señor si entrara en algunas iglesias o templos hoy? ¿Hallaría prácticas reñidas con la reverencia debida a Dios? Miremos la historia de Jesús en el templo.
“Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas” Marcos 11:1
Cuando Jesús salió en su ministerio público, dejó la ciudad de Nazaret y estableció su residencia en Capernaum, una ciudad marítima al lado del mar de Galilea. Dentro de poco tiempo hizo su primera visita a la ciudad de Jerusalén. Un hecho destacado de la visita es que entró en el templo y echó fuera a los negociantes que se habían instalado allí. El Señor visitó el templo en Jerusalén al comienzo de su ministerio público y también al final y en ambas oportunidades, lo limpió de elementos no deseables. La razón porque el Señor Jesús fue a Jerusalén era porque “estaba cerca la pascua de los judíos.” Como un judío devoto y respetuoso de la ley, era de esperar que el Señor estuviera en Jerusalén para la celebración de la Pascua.
Arribando Jesús al templo, descubrió que los negociantes ya habían llegado. Los cambistas y los negociantes habían cambiado el carácter del templo con sus prácticas y merecieron las palabras puntuales del Señor Jesús, y la brusquedad del lanzamiento a la calle. Es que Jesús “halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas.” ¿Acaso hubo necesidad de que el Señor les dijera que fuesen personas nones gratas? A los que vendían palomas: Jesús dijo en forma categórica, “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mí Padre casa de mercado.” Los que vendían palomas podrían haber pensado que por vender a los pobres, se escaparían. Pero ni se escaparon estos. Se ve que Jesús tenía autoridad para actuar de esta forma.
Al llamar el templo la casa de mi Padre, se identificaba estrechamente con el lugar como para decir que debe ser el lugar donde la voluntad del Padre prevaleciera y por tanto, los que se habían apoderado de los puestos eran intrusos. La historia secular informa que los puestos eran vendidos por el mismo sumo sacerdote y su familia al postor que ofrecía más dinero. En verdad, habían cambiado el carácter del templo de ser un lugar sagrado a ser un lugar de negocios. ¿Hay lugares hoy día donde la debida reverencia a Dios no se guarda? ¿Qué haría el Señor si entrara en algunos templos hoy? ¿Hallaría prácticas reñidas con la reverencia debida a Dios? Cada cuál debe contestar por si mismo.
–daj
Lectura Diaria: | ||
Génesis 10:1-11:26 [leer]
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/Job 13:1-14:22 [leer]
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/Mateo 6:19-7:6 [leer]
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