¿Cuánto vale el ser humano? La pregunta requiere un largo análisis aunque como cristianos, sabemos que el Señor Jesús dio su vida por nosotros. Pero el Señor dijo que valemos más que las aves. Lea acerca de ello.
“¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” Lucas 12:24.

Un hombre se acercó al Señor pidiéndole que interviniera en un problema familiar. Un hermano estuvo disconforme con otro hermano que al parecer tenía más de lo que él consideraba justo. En su respuesta, el Señor estableció que su misión en el mundo no era la de ser juez o partidor de bienes. En seguida advirtió contra la avaricia que era la raíz del problema. El hombre tuvo su vista fija en aumentar sus posesiones. El Señor contó una parábola en que destacó que la codicia conduce a un fin desastroso. La codicia es el deseo desmedido de tener más de lo que conviene. Contó la parábola de un hombre rico cuyo patrimonio se había incrementado tanto que no hallaba donde guardar lo sobrante. Hizo planes para edificar más graneros y guardar todo para sí mismo. No entró en su mente la posibilidad de compartir sus posesiones con los necesitados. Pensó que luego estaría en condiciones de jubilarse para muchos años y dedicarse a reposar, comer, beber y pasarlo bien. Dios vino al hombre rico para revelarle que todos sus planes motivados por la codicia no le van a reportear lo que él tiene pensado. Se preocupó de lo material y no de lo espiritual. “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Lucas 12:21.

Habiendo respondido al hombre que se preocupaba por la herencia, el Señor se vuelve a sus discípulos para enseñarles una gran lección y que es válida para nosotros también. Afanarse por las cosas materiales de la vida es lo más natural, pues cuando uno deja a un lado la parte espiritual, es decir, la condición del alma, es una forma de codicia egoísta. La vida es más que comer y vestirse. La vida real toma a Dios en cuenta. Él provee para las aves que son alimentadas a pesar de que ellas no participan en la siembra de los granos que comen. Luego habló de lo imposible que es añadir centímetros a la estatura, “pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?” Lucas 12:26. Quienes se preocupan solamente por lo material son llamados por el Señor “hombres de poca fe” v.28.

Al concluir su discurso a los discípulos, el Señor hace un contraste entre los mundanos y los que son hijos de Dios. “Todas estas cosas buscan las gentes del mundo;” dijo el Señor“, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” v.30. ¡Qué consolación! No hay necesidad de afanarse, pues basta que el Padre sepa de qué cosas necesitamos para vivir. Provee según la necesidad real y no la imaginada, que puede ser producto de la codicia. Termina el Señor instruyendo a los discípulos y a nosotros; “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. ¿Es posible vivir en este nivel de dependencia del Padre? Miles de cristianos lo han hecho durante muchos años. Hay hermanos y hermanas que han servido al Señor en diferentes esferas y el Padre ha provisto para ellos. Hay familias donde los padres se preocupan de las cosas espirituales y están agradecidos de Dios por lo que Él provee para la familia. Como dice el texto de hoy, cada hijo de Dios tiene valor y nuestro Padre celestial se preocupa de cada uno. –DAJ

Lectura Diaria:
Esdras 6 [leer]
/Daniel 7 [leer]
/Apocalipsis 2:18-3:6 [leer]