La resurrección de Cristo, así como nuestra salvación, fue traída por nada menos que el poder divino. No existe nada como la salvación por buenas obras o los méritos personales.
“La supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” Efesios 1:18-20
Por ahí se escucha de cuando en cuando decir a la gente que se está “ganando el cielo” debido a una muy buena acción, o a la solidaridad para con algún necesitado. Nada más lejos de la realidad. Notemos bien, la salvación es por poder divino, no por poder humano, pues el poder vivificador procede el Espíritu Santo. ¡Cuando veamos muertos salir de la tumba por sus propios medios entonces esperemos ver seres humanos que se salvan por sus propios medios! Pablo utiliza una expresión de mucha energía e intensidad para describir la serie de actos poderosos de Dios que redundaron en nuestra salvación.
Este poder fue y es irresistible. Así como ninguno pudo retener a Cristo en la tumba, de la misma manera la salvación de un pecador es irresistible en cuanto Dios le da la vida eterna. No hay poder humano ni del maligno que pueda detener la obra de la gracia de Dios en el corazón del perdido cuando es alcanzado.
Este poder fue y es glorioso, pues demuestra la grandeza del Dios vivo frente a las huestes del diablo, frente a la muerte a la cual venció. Esta resurrección le ha dado una gloria nueva al Hijo de Dios (Romanos 6:4, 1 Pedro 1:21)
Este poder es eterno, no pierde eficacia, no está limitado por un tiempo: “Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él” (Romanos 6:9). Asimismo, el creyente vive para Dios y ya no vuelve a la muerte en delitos y pecados ni a la esclavitud del pecado. El creyente tiene la vida eterna asegurada por la resurrección de Cristo, “porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19, ver también Romanos 6:4). En el creyente, ese mismo poder obra en su vida. Fue poder salvador, ahora es poder para ejecutar buenas obras (Efesios 2:10), que agradan a Dios.
Es un gran privilegio haber sido vivificado juntamente con Cristo. ¡Qué tranquilidad que la salvación depende enteramente de él! –rc
Lectura Diaria: | ||
Éxodo 9:1-35 [leer]
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/Salmos 40:1-41:13 [leer]
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/Hechos 4:1-31 [leer]
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